miércoles, 25 de enero de 2012

Esperando por Raly.

Siempre el Festival Nacional de Folklore de Cosquín (Córdoba) es una sorpresa. Y me animo a decir que en el 99% de las veces, esa sorpresa es muy grata. Es así para mi, seguidor de cada una de sus 9 Lunas (este año nos da una más de yapa y serán 10) desde hace al menos 4 años en la forma que puedo. Aunque siempre la forma que puedo es sentado en mi sillón, tomando unos mates o un vinito y mirándolo por la televisión. Ya se… ya se… al festival de festivales hay que vivirlo desde la plaza, o al menos cogoteando lo que se pueda desde la vereda, me dirá un coscoíno. Y con razón. Pero este porteñito; cuyo amor por Córdoba nació desde sus vacaciones infantiles en Tanti, y fue creciendo por la colonia de ENTEL (donde trabajaba mi viejo) en la que siempre las sierras cordobesas eran el mejor destino, y madura hoy con la profunda vocación de plantar las patas y el alma en Cosquín; no tubo la oportunidad de hacerlo como se debe… o sea, en la Prospero Molina. Por ahora.


Dicho esto, relato brevemente la preparación familiar de anoche para ver por la TV Pública la 5ª Luna. Ver el arranque era fundamental porque estaba anunciado Raly Barrionuevo, cantante que admiro profundamente. Entonces, lo que nunca, cocinamos temprano. Milanesas, papas fritas, hamburguesas, todo rapidito para comer en un santiamén y a la bosta… (permítaseme este término para familiarizarme) acomodarnos en los sillones para escuchar el Himno de Cosquín. Arranca Raly, dulce y firme, pasa de sus cuerdas de nylon a la temperamental eléctrica. Es una fiesta. Las imágenes detrás de el, en la pantalla gigante, hacen un relato coherente con lo que canta. La luna blanca en un cielo esmeriladamente azul. Ahora cambia. “La telecita”: temón. Definitivamente la fiesta se instalo en la popular y en los palcos… también en mi casa, a casi 800 Km. de esa rara (aunque cada vez menos) mezcla de carnaval con acto proselitista. En donde todos salimos ganando. Mi mujer toma mate mientras canturrea lo que sabe de letra, mi niña mira y escucha… espera las que mas le gustan y mientras (para mi suerte) se olvida un poco de Daddy Yankie. Yo tomo mi vino y me pierdo en el sueño de tener algún día esa magia para ser escuchado. Claridad, compromiso… y un poco de ritmo, no me vendrían nada mal. Raly esta cobijado por un cartel a sus espaldas que promete dar batalla si alguien le pone una mano encima a Famatina. Esto no muchachos, parece querer decir el Raly. Todo bien, pero con Famatina no se jode. Y no es el único que lo dice. Lo dicen todos. Lo dice Ferreira. Y Konteky y Santillán.Y como todos lo dicen, supongo que ya esta. Me quedo tranquilo.

Pero no. Parece que no esta. Porque la fiesta, que es de todos, o sea, la que arme para mi familia también, se acogota con las 30 cuerdas (quien sabe la cantidad de cuerdas de un arpa?) que aprisionadas por un marco de madera en forma de triangulo, hacen de baldazo de agua en pleno living. Tengo que decir que tengo un gran respeto por la música paraguaya. Pero yo quería al Raly. Desde el año pasado lo esperaba. Obviamente, mi mujer pego la última chupada de mate. Mi niña se fue a escuchar reageton (o como se escriba). Y yo, buscando el consuelo de mi amiga Carla Briasco, que me contaba desde Cosquín que había estado genial la actuación del señor Barrionuevo. Esta noche lo escucho todo por Radio Inédita. Y veré lo que me deje ver el desafortunado programador de la TV Pública. A quien, dicho sea de paso, cuando me entere quien sea le voy a pegar una buena patada en los huevos. Es lo que yo sentí anoche después de
 defender tanto y delante de tantos a la programación de nuestra ex Canal 7.



No hay comentarios:

Publicar un comentario