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No hay magias ni misas. No hay fuego. Ritual.
Lo real, otra vez, invulnerable.
Ni las medicinas. Casera. Oriental.
Lo que se dice comúnmente incurable.
Pero aún mi ojos, pueden ir al mar.
Y allí estas tan sano y amable.
Así no habrá hechizo, ni transplante, ni Diós
que te estirpe de mi corazón.
Jorge Albella
Buenos Aires, Diciembre 15 de 2008
Cuando intuyo en vos a tu padre, percibo el enorme dolor de sólo encontrarlo en cada recuerdo y con ello la nostálgica felicidad de reconocer el amor.
ResponderEliminarQué quiere que le diga, Jorge. Está todo dicho allí. Yo aún tengo a mis dos padre sobre esta tierra. Esa fatalidad no me ha tocado, pero en sus palabras brota el abismo de la ausencia y su pelea por rescartar del olvido y de la muerte a su padre.Por supuesto, lo logra.
ResponderEliminarPor último quiero decile que seguiré visitándolo. Y aquí le voy a hacer una confesión: Usted es de aquellas personas que a uno le gustaría ser amigo. ¿Cómo explicarle? Compartir más charlas de cafe, discusiones, pensamientos, tristezas y alegrías. Por eso me alegra mucho ir a ver su trabajo al teatro, o que usted se de una vuelta con su familia para oir algunos cuentos.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande para usted y los suyos